El texto nos hace reflexionar sobre las dos posturas que suelen tomar los multiculturalistas liberales. Por un lado, se encuentran aquellos que son tolerantes con el resto de culturas hasta que violan alguno de los derechos humanos (ablación, tortura, imposición del burka,...). Por otro lado, observamos a aquellos que son tan tolerantes que no se atreven a denunciar los actos que consideran degradantes e incompatibles con sus principios.
Mientras que el primero no tiene en cuenta la opinión o el sentimiento de aceptación/agrado de las “victimas” a las que se les realizan tales acciones, el segundo no contempla a aquellas personas que desean salir de ese calvario. “Uno se pasa y otro no llega”.

Por último, decir que al reflexionar me he planteado la siguiente cuestión: ¿Quiénes somos nosotros para prohibirles ciertas costumbres arraigadas en su cultura? No obstante, pienso que estamos hablando de violación de Derechos Humanos UNIVERSALES y sobre ello no hay justificación.
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